15 febrero, 2007

Fragmentos: Crónica de una velada y un sueño

Es como la tierra oprimiendo el centro de ti, la tierra como una esfera perfecta terminada en filosas protuberancias que se encajan en la mente que vagabundea cuando el ocultamiento de la luz obstruye la claridad de las ideas. Déjà vu: reinventar la calamidad experimentada cuando el sol no se rendía a la penumbra de una soledad oscura. Todo viene cuando en la horizontal del descanso aún no conseguido atacan los vicios y yerros de un pasado inmediato, el día apenas sufrido. Y te conviertes en frente sudorosa y escalofrío debajo de una manta en que te escondes ingenuo, como si te persiguiera quien sabes que no existe, como si el más mínimo jaloneo de la manta que se ha vuelto tú rompiera el frágil equilibrio que te mantiene excretando sal y no sangre. Sal y angustia y la pregunta constante que busca sin encontrar razón, ¿por qué?, ¿por qué dormito sin sueño?, ¿por qué en la maleza de un pensamiento me interno haciéndome presente en un inconsciente recriminador?, ¿por qué soy velador entre soñadores? Te vuelves descolorida apariencia humana hasta que la última gota de sudor encalla cerrando tus ojos, cambiando el espectro, redimiendo el dolor en fantástica idea, cuando tu respiración acalambrada tórnase discreta y meditabunda. No sabes que has perdido la razón para ir en pos del sueño, sólo experimentas la milésima sensación del cambio que no surge sino hasta que ya no la percibes como tal, cuando incluso confundes el infierno de lo real con el propio infierno de tu personal construcción. Ahí vienes a encontrarte, nueva cuenta y una vez más, con el tú-mismo que mastica ideas, ideas distintas sólo porque te haz convertido en dueño, en demiurgo.

La nada se hizo algo, estancia irregular con curvas remplazando las rectas que, creo, deberían ir ahí. Alguien debería remodelar tan irreverente gusto: sólo admiro un pasillo coronado de luces tenues y en el suelo pañuelos y los pañuelos mojados de sangre y la sangre ¿de dónde ha venido?, y el sendero de sangre conduce como vertical hacia un lado y a otro y comienza en mí y en una puerta termina: la sangre separa mi paso de una puerta que es de metal como salida de una prisión donde jamás quisieras entrar. Y hay una línea de sangre que observo y en el suelo se han ido algunos pañuelos y ha quedado sólo sangre con lágrimas, lágrimas que han evitado ser obsceno charco y se conservan como capullos de dolor no contenido. Quisiera tomarlas sin romper su figura, quisiera llorarlas yo a ellas sin que me vieran desde su condición suspendida. Mi movimiento es como acercando y alejando la puerta a mis ojos: parece que estoy cojo cuando advierto en mis tobillos los dorados grilletes que observo y maldigo y limpio con un paño bendito, y reluce mi figura como el mejor esclavo de brillante atadura. Ahora es una puerta carcelaria y cerrada mi visión completa y mi mano que se estira y que hace girar una perilla perfecta tocada en brillantes y esmeralda. A su entrada soy yo pies que nadan en una atmósfera de sales de lágrimas y le busco sin encontrarle y le grito ¡duerme, infante, duerme! y le beso sin besarle hasta que encuentro su temple suplicante. Es la figura de la perfecta armonía de quien vive sin miedo mas sus ojos guardan un tono hiriente, con grandes y negruzcas lagunas por debajo como si no durmiera, como si la noche molestara un reposo que no ha existido. Y le grito ¡está bien, niño que no duerme, está bien la luna y está bien que me busques! y entre mis brazos le hago cuna y con silente descanso el espacio que nos rodea ya no existe más y somos sólo él y yo, unos brazos que lo miman y unos ojos que se han cerrado y mis pies que se secan del mar salado. Y la estancia es de nuevo creación de rectas perfectas y es luz que deslumbra unos ojos que se entrecierran defensivos. Y es de pronto la luz un trino y el trino me enternece mientras…

Un trino es un ave y la luz es luz matutina. Los ojos aún se quejan doloridos. Volvió aquel instante milimétrico en que nacemos y renacemos, en que la fantasía se cuela en un segundo y se mezcla y no sabes si sueñas o despiertas, en que la realidad no parece tan real como aquel niño que se mecía, y aquel niño en tus brazos no existe por más que le amaste y besaste en la frente, porque tus brazos vacíos cobran sentido y se sienten a sí mismos con la radiante locura de un sol fornido. Y sonríes y echas a andar camino mientras las gotas te alivian el sopor y te alegras al ver que son charco y no capullo y así empiezas, de nuevo y una vez más repitiendo la escalada de barbarie y de vicio, jurando “este día será un día de brillo, y serán mis manos cuna del sueño cuando la horizontal me encuentre desnudo y satisfecho”, y sales al mundo y en tus brazos desnudos se anida ese niño al que meces y para quien guardas sigilo, y sabes que tus brazos, como nunca, y tus labios y tu mente y tu boca que es la frontera del vientre serán cuna o despertar ruidoso de aquel niño que, cuando la luz se apague y te quedes en vilo, al filo de la minúscula partícula que separa tu mundo del sueño, dejará pañuelos de sangre y de sal y te obligará a pulir de nuevo tu cárcel o recostará también sus sienes y te dejará volar y ser tú, demiurgo del sueño. Lo sabes y así comienza todo, comienza el día, comenzando también el sueño.

Aranda, 15 de febrero de 2007

6 comentarios:

NAHUAL INSANE48 dijo...

Juan, eres un tramposo, a mi juicio tienes brillantes ideas que escondes astutamente entre saturadas descripciones, es, a mi parecer, impedimento para la ágil entrada a tus exposiciones y en ello radica la dureza de leer tus escritos.
A las que llamo “saturadas descripciones” es cuanto a que, en ocasiones (pocas) existe tal embrollo en hacernos imaginar una cosa, que por momentos es interpretada mas alusivamente, consecuencia logica, y al terminó de tus candados, descubro que no es exactamente la idea(s) que, en lo particular resaltaría como centrales (y como espada del augurio, ver mas allá de lo evidente jejejeje).

Me sorprendió mucho el escrito que me mandaste en donde, al reducir los "excesos descriptivos", no perdió grandeza, sorpresa, imágenes nitidas en mi mente, e ideas fuertes.

Esta es mi muy pinche observación, soy un lego en esto de lo escrito.

Un fuerte abrazo bro.!!!

Vicente Navarro dijo...

Comentaba con Juan que me parecía presenciar el nacimiento de un nuevo diálogo en este burdel...

En las líneas de Juan encontre "una" definición de mi serie de "intentos", seis hasta el momento:

"Déjà vu: reinventar la calamidad experimentada cuando el sol no se rendía a la penumbra de una soledad oscura. Todo viene cuando en la horizontal del descanso aún no conseguido atacan los vicios y yerros de un pasado inmediato, el día apenas sufrido".

No hay diálogo alguno...

Sólo una crónica como siempre impenetrable, de un sueño también impenetrable... Pero bellos ambos al fin.

Un abrazo bro !

Juan Pablo dijo...

Mi buen Nahual: agradezco la tan irónica crítica que me haces. La "trampa" no lo ha sido, sino me parece un "algo" propio del que escribe. No hay trampa sino una historia que va desgranándose mientras la lees, las "saturadas descripciones" no son, a mi parecer, más que la propia lógica (¿ilógica?) que deseo darle al escrito. De cualquier forma agradezco muchísimo tu comentario, el sincero comentario que siempre tienes para nosotros.

Saludos.

Vicentillo: tengo que diferir de tu opinión. ¡Por supuesto que hay diálogo! Reconocí que la intención consciente del escrito no era una réplica a los intentos mas, no implicando ello nada, el diálogo que presentas "es" un diálogo.Creo firmemente que los diálogos culturales, históricos y ahistóricos entre personas de la humanidad no siempre nacieron de una intención apriorística de ser diálogo, sino que el diálogo nació, digamos, "en medio".

Por otro lado no encuentro sino preocupación frente a los dos últimos términos "impenetrable", "como siempre". En esa parte, por desgracia, no tengo nada que decir.

Saludos.

JP.

Anónimo dijo...

Juan:
A lo que me referia con "no hay diálogo" es a que no hubo una intención premeditada. Sólo a eso. Pero estoy de acuerdo a que existe un diálogo en los términos qeu tu señalas.

Y acerca de lo impenetrable de tus escritos, es meramente una forma de decir que me cuesta trabajo llegar a la idea central, descifrar lo que quieres decir. Es una empresa difícil leerte. Y eso todos los sabemos... y lo sufrimos, porque todo lo que vale la pena, lo que tiene significado, implica un esfuerzo.

VN.

Leo dijo...

Más allá de la impenetrabilidad del texto -lo cuál sostengo no es producto del ejercicio literario ni de una trampa malévola del autor, sino una condición natural y constitutiva del mismo- encuentro en él la primera incursión del autor, al menos de la obra que yo conozco, en el tema de los sueños.

Juan: celebro la exploración de temas nuevos, y quizá inhóspitos, pero difiero en la continuidad lógica que le atribuyes a tus letras. Las imágenes saltan -entre sí y de tu mente al texto- creando un espiral en que nos envuelves y que nos conduce a un desenlace que no siempre identificamos como tal... la conclusión lógica de tus textos no siempre es natural o la que tú pretendes. Sin embargo, es justo eso lo que, a mi parecer enriquece el texto- el tuyo y el de cada uno de nosotros.

Lo que encuentro fascinante en las letras no es sólo la oportunidad de erigirse como demiurgo y señor del mundo que se plasma en letras; el ejercicio literario; la expresión creativa; transformar ideas en sueños y sueños en letras que tratan de atrapar el sueño que los engendró tan sólo para terminar creando una ficción que remite a una realidad que, poco a poco, se convierte, en sí misma, en una ficción... lo que encuentro también en las letras es la oportunidad de enriquecernos con las distintas lecturas que se le da a un texto.

Sucede que la idea original del autor frecuentemente suscita escenarios, reflexiones, ideas y conclusiones que jamás formaron parte del imaginario a partir del cuál se dio origen a la obra. Eso, la oportunidad de ser pretexto u origen para la creación de nuevos escenarios o la reflexión, es también una retribución al trabajo emprendido. En última instancia: no es tan trascendental aprehender la idea que propicio el texto, ni emprender la organización de las ideas de Juan de modo que sean a todo mundo asequibles (eso, lo hemos comprobado en la realidad, y aunque se emprendan esbozos al respecto, no es fácilmente realizable y quizá nunca lo sea).
Es mucho más importante, lo es para mí, generar un terreno de reflexión, creación y de gozo estético que buscamos y procuramos en la literatura.

Leo dijo...

(Sorry, se cortó el texto...)

Si el terreno de Juan es la reflexión compleja disfrutemos sus textos, y lo que ellos propicien, como tales. Sin embargo, Juan, si además de la tarea literaria pretendes conducir el texto al tratado profundo de alguna idea, no esperes, de antemano, que está sea discutida bajo las mismas líneas que manejas.

 
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