05 noviembre, 2007

Propiedad Privada.


Tener, no tener. Poseer, apretar en la mano. Apretar en la boca. Morder la baba tibia, espesa, sacudir la cabeza. Tener. No tener. Besar vacíos. Reconocer espacios llorados. Morder el hastío mordiéndonos los labios. Encontrarnos solos, arruinados. Hechos una ciudad antigua. Tocar. Sentir un cuerpo bajo el mío. Sentir la nada debajo de mí, dentro de mí. Probar la fantasía de la soledad. Hallar la realidad del abandono. Tener. No tener. Tenernos, uno al otro. Juntar las manos como se juntan todas las cosas que podemos contener en un cuarto. Hacer inventario de lo ganado. Dos labios. Unos ojos lindos, oscuros. Abrazos en la noche. Roces en los muslos. Tenerte. No tenerte. Sin embargo no recuerdo haberte comprado. Jamás adquirí garantía de perpetuidad. Debieran haber dicho cuánto dura lo eterno dentro de lo efímero. Tener. Habernos medido con los ojos. Habernos probado con los dientes y las uñas. Haber sentido la elasticidad de las carnes, haber tocado la blandura de los músculos, la firmeza de los tejidos. Tener. Encajar como piezas minúsculas de un rompecabezas infinito. Ser como dos cuerpos sacados del mismo molde, que justamente entre más se conocen, más cotidianos se vuelven. Tenerte es tenerme a mí. Pertenecerme como otra de las cosas inútiles que puedo comprar, usar, gastar y después tirar. Tenerte es darme cuenta de que no quiero tenerte nada. No quiero encontrarte en mi cama, no quiero olerte en mi cuerpo, no quiero vernos en el espejo, sonriendo sin risa, sin nada más que esa mueca idiota, ridícula y viciada por el paso del tiempo. Tenerte. Como si pudiera tenerte. Y si pudiera realmente tenerte, no te tendría. Te dejaría en paz. Que te fueras lejos. Que fueras libre o que al menos intentaras serlo. Tenerte. No tenerte. Nunca estuvimos en un escaparate y sin embargo fuimos adquisición asombrosa, una ganga. Ofertas de los solos que de pronto se cansan de su propio egoísmo. Y sin embargo, ni tú ni yo somos altruistas, vaya que se nota. Vaya que encontramos un reflejo, vaya que fuimos estúpidos. Quién diría que existen horarios para los que no se soportan. Hasta la vida transcurre más lento, hasta parece la prórroga del purgatorio, en donde se extiende la agonía y pasan y pasan días y años que parecen jamás pasar. ¿Tener? ¿No tener? No queremos ni debemos tenernos. Ni un respiro más de nosotros. No tener...
 
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