14 septiembre, 2006

Shem hameforash



Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre,que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Jorge Luis Borges, El Golem.

1

MUERE PROMINENTE MATEMÁTICO

El cuerpo sin vida del Dr. Nguyen Gottfried fue hallado la madrugada del pasado 5 de Junio en el interior 8 del número 204 de la Rue d'Archímède. Informes oficiales del Departamento de Policía revelan que el principal causal de muerte fue asfixia autoprovocada.

Según los investigadores forenses, el Dr. Gottfried de 76 años, murió al tratar de tragar hojas de papel de sus propios cuadernos de trabajo. Por otra parte, el cuerpo presentó rasguños profundos, diversas laceraciones distribuidas en rostro y cuerpo, contusiones craneoencefálicas moderadas y fracturas en varios huesos del carpo, metacarpo y dedos; todo lo anterior causado por el mismo occiso. Finalmente, el informe forense afirma que la muerte tuvo lugar aproximadamente de tres a seis días antes de hallarse el cuerpo.

Colegas del Dr. Gottfried expresaron su consternación y lamentaron la "terrible e insufrible pérdida que la ciencia y, en particular, el Centro Internacional de Investigacion en Matemáticas Pierre Fermat, del que (el Dr.) Nguyen (Gottfried) era miembro, enfrenta con infinito dolor esta mañana".

Las investigaciones del Dr. Gottfried, que crearon puentes entre la Teoría Probabilística y la Mecánica Cuántica, habían sido reconocidas con la medalla Fields, reconocimiento que el científico rechazó.

Le Observatoire, Strasbourg.

2

Aquél hombre hubiera sudado y hasta llorado sangre (capacidad física, del cuerpo humano en la que, ante un inefable estado de estrés físico y no menos emocional, las glándulas sudoríparas del cuerpo se comprimen tanto -pero tanto- que provocan el rompimiento de los millones de pequeñísimos vasos capilares que se encuentran conectados a dichas glándulas. El cuerpo, como resultado de éste rarísimo fenómeno, exuda la propia vida -en pequeñas cantidades y mezclada con sudor- en un proceso conocido como hematridosis) si esa extraña cualidad no fuera exclusiva de algunos pasajes bíblicos. Es casi inenarrable el desmesurado pasmo que el anciano doctor experimentaba ante la singularidad de los resultados de sus investigaciones. En su inmovilidad, en su dificultad para respirar, en el pequeño (pero cotidiano) dolor en el hombro izquierdo y en el extraño sudor de su frente podía notarse que el Dr. Nguyen Gottfried sabía que ese, ese y ningún otro, era el momento más importante de su carrera como matemático y de su vocación de místico.

Hacia poco menos de cincuenta años atrás, una batalla había comenzado y durante todo ese tiempo no se había interrumpido. Desde que se doctoró a los veinticuatro años y durante toda su vida, Nguyen Gottfried había trabajado para resolver un sólo problema. Le llevaría la vida entera llegar una solución, pero llegaría, no sin antes dejar en el camino invaluables aportaciones a la ciencia matemática.

Ahora, inmerso en la noche y en su soledad, aquél anciano tenía la respuesta a una pregunta más vieja que el universo / bastaba pronunciarlo / había resuelto El Enigma / bastaba leer esa caligrafía diminuta / El Misterio de Misterios / las manos, rugosas, transparentes, como de papel, le tiemblan... "Basta pronunciarlo" /, tenía en sus manos la fuente de la eternidad / "¡De pie viejo Gottfried, ponte de pie, de pie!". Bastaba pronunciar la palabra diminuta del papel / pronto obtendría el conocimiento de lo pasado y lo venidero: la inmortalidad / Gottfried de pie. El aire se cuela por la ventana, el tiempo se estira y todo ocurre lento... una eternidad se cuela por la ranura de la ventana / la llave que abriría en cerrojo del poder absoluto / el viejo Gottfried está de pie en un acto casi solemne. El aire le falta... "Respira viejo, respira, no es momento de llorar /
"SHEM" / "Cincuenta años han valido la pena, no te acobardes ahora" / El Nombre / El silencio observa desde el marco de la puerta, se escurre por debajo, atraviesa el pasillo hasta llegar a las escaleras que dan a la salida, se desliza, de nuevo, por debajo de la puerta -El Silencio, en silencio-, llega a la calle y la inunda en un acto autoritario, la lluvia deja de cantar, el viento interrumpe su ronda / "HA SHEM" / "Sólo dilo, no dudes ahora, en cincuenta años no has dudado". La luz de la lámpara arropa al anciano, el silencio controla la calle, la lluvia ha dejado de caer, el viento es ahora una brizna leve / El Gran Nombre / El anciano observa el papel, la hoja tiembla, las letras bailan, la vista se le nubla / "SHEM HAMEFORASH" / En el penúltimo acto de valentía de su vida el Dr. Gottfried toma uno de sus últimos alientos / El Nombre Divino inefable / Las palabras le tiritan en la garganta, un miedo (que comparte con la luz de la lámpara el mismo espacio) le tapa la boca al viejo / El Centésimo Nombre / El viejo expulsa el aire, el aire empuja las sílabas, las sílabas se expanden por el cuarto, rozan los muebles, se queman con la lámpara, se meten entre los libros... Un delgado hilo de agua recorre la pierna del viejo Gottfried / El Único / ...un pequeño charco se expande por el piso... Todas las sílabas han sido pronunciadas, el viejo espera, el cuarto espera, la luz del cuarto, la lámpara, el viento, el miedo se ha ido... La calma / El Verdadero / Gottfried vuelve a leer... Gottfried vuelve a leer... Gottfried vuelve a leer... Gottfried vuelve a leer... Nada -el viejo se toma los cabellos- Nada -la calma lo mira con desdén... y lo abandona- Nada -Gottfried, en un lastimoso llanto, mira el cuarto, mira los cientos de cuadernos amontonados en pilas que llegan hasta el techo, mira sus cabellos en sus manos... "Nada"- Nada -la lluvia vuelve a caer- Nada / El Nombre de Dios.

Nada.

3

Las lágrimas le nublan la vista y un dolor eterno, una derrota anunciada desde hacía milenios, hacen que el viejo olvide que se ha roto la mano al golpear la madera del escritorio...

Un dolor invencible
en la garganta
allí

una derrota
paciente
sabida

una ceguera
de siempre
irremediable
terminal

el sonido del papel
(de una vida)
que se razga
(que se acaba).

3.141592653589...

En las primeras horas del quinto mes
un reloj de pulsera
marca inequívoco
las tres catorce.







1 comentario:

Anónimo dijo...

Simplemente extraordinario... Deja atónito la cascada de palabras con las que se narra la muerte del que "encuentra". Me parece una auténtica procesión de minúsculas explosiones emotivas, todas disecadas, todas danzando mientras uno lee. Excelente la extremosidad de llevar al lector a inquietarse y perder la razón por la "palabra". Simplemente me parece excelente.

 
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