07 noviembre, 2006

Lejana

Te amo tanto, tanto...

En mi espejo se descubren dos cuencas vacías.
Cualquiera vería un par de ojos negros, pequeños
buenos y risueños desde que te miran
pero sucede que ahora miro el mundo a través de los tuyos
y yo ya no veo lo que no es mío.
Mis ojos no son más mis ojos.

Mi nariz se ha perdido entre tu ropa
entre tus cajones, entre tu cabello
entre los frasquitos con esencias
que ordenas con tierno cuidado sobre el tocador
salta sobre la ropa de cama y sobre tu almohada
atesorando tus humores
escapandose de mí cada que quiero atraparla
se ha ido para siempre.

Existe un borroso vestigio en el lugar que ocupaba mi boca
mi boca que antes de ti sonreía apenas.
La he perdido enamorada de tu piel blanca
obsesionada con tu vientre.
Cada mañana la veo partir contigo
como si estuviera bordada con fino hilo de seda
a la dulce trama de tu cuello.

Mis oidos no me escuchan.
Sé que se esconden en algún lugar del cuarto
explorando sus rincones
en busca del eco perdido de una "petite morte"
y de tu voz diciendo que eres mía.

Y después de descubrirme sin rostro, te amo tanto.

Te amo tanto que, a veces, me duele aquí en la garganta
y en el pecho y en el vientre.

Te amo tanto que, en las tardes, camino sin rumbo
buscando la extraviada senda que sembraron tus pisadas.

Te amo tanto que, en esta noche, lloro el frio de tu ausencia
lloro la pena de no haberte conocido todavía.






(gruesas lágrimas invisibles que también se han ido contigo)

3 comentarios:

NAHUAL INSANE48 dijo...

El sueño disperso de objetivos concretos, un sentimiento reprimido que orilla al deseo en alcanzar el anhelo. Sublime sentimiento que reconforta al corazón.

Esta super chido jako, igualmente me regocija pensar en alguna vez encontrar sentimiento parecido.

gracias!!!

Anónimo dijo...

Te felicito corazon, te quedo hermoso... gracias por acordarte todavia de quien algun dia estuvo en tu camino...
te quiero, ale

Juan Pablo dijo...

Hermano: Resultaría contraproducente no admirar en tu obra y "Extraña Oscura" de Leo. Ambas parecen rozar tímidamente la gran pregunta, sin siquiera percibirlo. La pregunta a la que me refiero es la del yo, ambas obras aparecen bañadas de un existencialismo casi lastimero. El espejo de las cuencas rememora a Lacan como a Kierkegaard lo hace tanta pregunta suplicante, la relación con uno que se vuelve un diálogo insano entre uno que habla mirándose así y convirtiéndose en interlocutor mudo. Ambas obras me parecen interesantes desde la perspectiva existencial, ambas abordan la misma angustia kiekegaardiana. Ambas, en fin, "sienten" al Otro.

Saludos.

 
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